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La arquitectura boliviana
debe tener identidad propia, experimentando
con las particularidades de cada región

Los profesionales nacionales, en pleno siglo XXI, afrontan nuevos desafíos en tecnología, tendencias
arquitectónicas y, más importante aún, en un estilo

que caracterice al país y traspase fronteras.

 

Se debe recordar que la arquitectura siempre cumple dos condiciones: resolver un problema funcional y
responder a una cualidad espacial.

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Ernesto César Urzagasti Saldias es arquitecto graduado en la Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA). Tiene una especialidad en Educación Superior en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm) y diplomado en Investigación Social en la Universidad de Postgrado para la Investigación Estratégica de Bolivia (Upieb)

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Ejerce la docencia universitaria hace 15 años en las áreas de teoría y diseño en arquitectura; actualmente, es docente titular de taller de diseño en la carrera de Arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Diseño – FADU, de la UPSA.

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En el ámbito profesional, trabaja en su oficina de arquitectura especializada en el diseño y construcción de arquitectura efímera, corporativa, estands, y diseño de mobiliarios. Ha publicado un libro con una investigación acerca de la problemática del transporte urbano en Santa Cruz, con el auspicio del PIEB y la Cooperación Holandesa.

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A nivel institucional, es secretario general del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (Cascz) desde 2014 a la fecha. Del mismo modo, es el director general de la Bienal de Arquitectura de Santa Cruz (BASC) desde el año 2010. Ha sido coordinador general de diversos seminarios de arquitectura, urbanismo, tecnología y diseño, tales como el ENEA, SIA, Senam, Senta y Seacc, en los últimos 15 años.

Actualmente, están surgiendo nuevas corrientes en la arquitectura que se han posicionado rápidamente en el ámbito internacional. Sin embargo, para Ernesto Urzagasti es preciso ser consecuente con lo local, ya que el principal enfoque son las experiencias regionales. Impulsar las iniciativas no convencionales de los profesionales, a partir de la experimentación en las particularidades de las ciudades, el clima, la geografía y otros elementos, son fundamentales para proyectar una arquitectura propia.

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Señaló que entenderse entre bolivianos, comprender las características de las regiones del país, las ventajas de los
materiales a nivel local, de las tecnologías de construcción y la concepción histórica del espacio como sociedad son
algunas de las tareas pendientes que la academia debe trabajar. Todo ello se verá reflejado a futuro con gente que
experimente o proponga ideas distintas y permita exportar una imagen boliviana.

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Esa experimentación, empero, no debe ser “una mera imitación de revista, porque ser minimalista es fácil, buscar un proyecto como en cualquier parte del mundo es sencillo”, lo difícil es conseguir una arquitectura que exprese su origen, ya sea de Santa Cruz, La Paz, Cochabamba u otro departamento de Bolivia, es decir, que tenga una
característica tan particular que la haga única. El reto es valorar lo local y desarrollar propuestas peculiares, sin
perder una visión contemporánea.

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“Estos últimos años, el colectivo de arquitectos bolivianos ha avanzado en internacionalizarse, en ser competitivo, en tener una serie de herramientas a la mano para diseñar y proyectar”, destacó. Lo que todavía falta es dar un último salto para estar en vitrinas mundiales, no por figurar, sino encontrar una identidad, una marca de arquitectura nacional.

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La geografía del país sienta las bases

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El secretario del Cascz expresó que es evidente que el contexto regional es significativo, ahora la arquitectura
actual debe pensar lo global, considerando la geografía local. “Tengo mis raíces en un lugar que puede tener un
clima frío, estar en una llanura, en una selva, en un bosque; a partir de entender el contexto local, la idiosincrasia de la gente, que también se refleja en la arquitectura y al tipo de materiales o de particularidades, es que se debe trabajar”, explicó.

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Desde ese entendimiento local, se proyecta a nivel global, utilizando materiales o haciendo una amalgama con
las tendencias de diseño internacional. He ahí la reflexión de aquello disponible en una región (que se adapta al clima perfectiblemente) y lo que está en internet a un solo clic. Por tanto, debe tener una raíz mucho más experimental.

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Ese enfoque es aplicado hace años en Paraguay. Solano Benítez, que es el referente más importante, empezó a
experimentar con el ladrillo adobito, prácticamente primo hermano del que hay en Bolivia. Lo utilizaron de piso y de
pared; diseñaron paneles, que luego fueron portantes; se convirtieron en bóveda, “un montón de experimentaciones
que ahora generan una forma de concebir la arquitectura y, a partir de ello, han aparecido profesionales que trabajan con esa lógica”.

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“Creo que nos falta eso, seguir experimentando con materiales y espacialidades que tienen que ver más con el
entender local, pero (…), sin perder de vista que estamos en el siglo XXI y que hay que hacer arquitectura global y
contemporánea”, sostuvo.

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Hubo cambios y evolución en la arquitectura

 

Según Urzagasti, la profesión se ha especializado y cualificado, además creció la cantidad de arquitectos con matricula nacional. “Todos tenemos un número, que es como
un número de placa a nivel nacional único, estamos por los 15.000 arquitectos colegiados en toda Bolivia. Por ejemplo, (…) yo soy el 5.000, entonces hay 10.000 nuevos desde que me registré hace unos 15 años”, detalló.


Un factor para el crecimiento de la matrícula fue las nuevas tecnologías en la construcción. Los arquitectos
se especializaron en una serie de áreas a demanda del mercado y los nuevos componentes para construcción en
seco, revestimiento, domótica y otros. Administración de la construcción, diseño de interiores, retail (escaparatismo),
diseño de edificios hospitalarios, de edificaciones comerciales y tecnologías Building Information Modeling (BIM) y diseño CAD son algunas de ellas.


Del mismo modo, la llegada de franquicias, sobre todo en los últimos cinco años, tanto de hoteles como cadenas de comida, han influido para que los interesados gestionen sus matrículas, ya que tienen especificaciones muy particulares que obligan a involucrarse en ese tipo de exigencias y ser más competitivos.


“O por ejemplo, este tipo de colaboración entre estudios locales e internacionales, que generan proyectos compartidos, aprovechando la experiencia local, pero también en sociedad con personas de otros países”, indicó el secretario del Cascz como otro aspecto que alentó al registro. La Torre Ambassador, diseñada por Hans Kenning (Bolivia) y Jorge Gambini (Ururguay) es una muestra de una obra entre dos estudios, que produjo que “la capacidad de los profesionales nacionales se diversificara”.


“Yo lo llamaría diversificación y capacidad de competitividad, en lo que el mercado boliviano, poco a poco,
no con la velocidad que debería tener, porque la arquitectura boliviana aún tiene muchos retos, está avanzando”, destacó, al agregar que es fundamental recordar que la arquitectura siempre debe cumplir dos condiciones: resolver un problema funcional y responder a una cualidad espacial.


Santa Cruz tiene el mejor laboratorio de arquitectura contemporánea


Actualmente, la arquitectura local empezó a tomar una connotación global en base a corrientes internacionales,
es una tendencia que se dio en Latinoamérica, por las exigencias del mercado. “A partir de ello, en toda Bolivia,
Santa Cruz tiene el mejor laboratorio de arquitectura contemporánea, con esas visiones de internacionalización
o elementos con tendencias de diseño, que son comunes en el extranjero”, resaltó el Urzagasti.


Sin embargo, hay algunos rasgos que la arquitectura cruceña no ha perdido, sobre todo en la escala de viviendas:
la galería, que es un espacio de transición entre lo cerrado y abierto o el área social donde se junta la familia para tomar el té, tender su hamaca. Las casas en el Urubó mantienen ese espacio, ya que sigue presente en la memoria de la familia cruceña y los profesionales, por muy modernos, internacionales o minimalistas que sean, los conservan.


“El uso de materiales, el ladrillo adobito, la madera, la jatata, aunque no es cruceña misma porque es traída del
norte de Beni (…), se van mezclando o trabajando junto con elementos contemporáneos como el vidrio blindex o el porcelanato. Espacialmente y desde el punto de vista de materialidad, hay un rescate de ese tipo de componentes”,
subrayó.


Empero, la crítica es que “falta experimentar o buscar más nuestras raíces a partir de los materiales, de entender
el clima y la espacialidad cruceña”. Tal vez en un futuro se halle un trabajo con un rasgo particular y que
establezca la diferencia para crear una identidad que sea reconocida a nivel internacional.


Tal es el caso de Paraguay, que en los últimos años ha generado una identidad de arquitectura propia tan grande
que cuenta con un colectivo de profesionales enfocados en la experimentación y en el uso de materiales, contemplando las características del lugar. “Ellos vienen trabajando una identidad con su arquitectura que es
contemporánea, pero parte de las raíces son locales y de entender el clima; incluso han logrado un reconocimiento mundial en el último año, que a nosotros nos falta”, finalizó.

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