En medio de una pandemia que no tiene precedentes a escala global, la gran interrogante poscoronavirus es conocer lo que le deparará a la economía boliviana y cuál debe ser el rol tanto del Estado, de las empresas y de las familias para hacer frente a una crisis económica que se mueve bajo un manto de incertidumbre. Estos cuestionamientos fueron debatidos en el conversatorio “Nuevo reordenamiento de la economía del país, pos-COVID-19”, el segundo que organizó Medrano & Asociados en alianza con la Utepsa.
En esta oportunidad, se contó con la participación de dos reconocidas personalidades en el mundo económico: Walter Morales Carrasco, máster en Finanzas, doctor en Economía y actual director del Banco Central de Bolivia (BCB), y José Gabriel Espinoza, economista, máster en Desarrollo Económico y también director del BCB. El conversatorio, moderado por los periodistas José Miguel Sánchez y Leslie Lafuente, comenzó haciendo una radiografía a la actual salud económica del país.
“Es una situación que, si se revisa en la cronología que hemos vivido en el país y el mundo en otras pandemias, supera realmente a todas. Los mercados financieros a nivel global y los flujos de capital hacia las economías se han visto muy afectados”, sostuvo Walter Morales. Agregó que en Bolivia ya veníamos con ciertos problemas de desaceleración económica y debilidades fiscales.
Además, recordó que “el país se benefició de un superciclo de materias primas” llegando a cerca de 15.000 millones de dólares entre 2014 y 2015, pero que luego los precios de las materias primas cayeron generando una “hemorragia de divisas” en los últimos años.
José Gabriel Espinoza recordó que desde hace décadas Bolivia arrastra una economía que es informal entre un 70 y 80 por ciento, y que alrededor del 85 % de sus exportaciones siguen concentradas en no más de siete productos, que hacen que la vulnerabilidad que tiene el país respecto a shocks externos sea alta.
“Con serios déficits de infraestructura y un Estado que ha perdido el foco descuidando aspectos como la salud y la educación, se encuentra una economía que no ha hecho la tarea en estos últimos 14 años en los que se tenía toda la capacidad para hacerlo, se tenía una oportunidad de oro para modificar estas cosas que han preocupado siempre a la economía boliviana”, sostuvo el economista.
Esta situación, agregó, viene a sumarse a esta pandemia, que no se puede comparar con otros momentos de crisis económica porque de ninguna manera tiene punto de comparación, ya que existen problemas tanto de oferta como de demanda.
Medidas que el gobierno está tomando
Como director del BCB, Morales sostuvo que la entidad monetaria viene ejerciendo una serie de medidas para evitar que esta situación se haya complicado, pero que quizás no han sido tan visibles, porque “el Banco Central debe ser como el árbitro en un partido de futbol: mientras menos se lo note quiere decir que las cosas están yendo bien”.
El resultado de ese trabajo silencioso es el hecho de que no existan problemas con la banca, ni con la distribución de material monetario, ni con los sistemas de pago electrónico. Han adoptado medidas tendientes a proveer liquidez al sistema financiero, con el fin de evitar la falta de liquidez que podría cortar la cadena de créditos. “El nivel de las reservas que llegó a caer hasta los $us 6.000 millones, hoy está en los $us 6.500 millones”, afirmó Morales, refiriéndose a que las RIN se están estabilizando.
Para mitigar esta emergencia sanitaria y reactivar la económica, señaló que se está trabajando en financiar a través del TGN. “Desde el punto de vista fiscal, con todos los proyectos y planes que se está trabajando; desde el punto de vista monetario, con dotar de liquidez y bajas tasas de interés al sistema financiero. Adicionalmente, se está trabajando en el financiamiento externo. Todos los proyectos que están destinados a financiar al sector privado están ligados a uno de esos dos mecanismos de financiación, interno o externo”, explicó.
Además, destacó que los impulsos fiscales y monetarios que ha dado Bolivia en proporción a su PIB llegan a un 9 %, un nivel que está por encima de otros países de la región. Sin embargo, indicó que eso no es suficiente por lo que se está trabajando en una batería de medidas desde el punto de vista fiscal y monetario para seguir apoyando a que esta actividad de reactive.
Lineamientos para el sector empresarial
Se proyecta que la era pos-COVID-19 viene acompañada de una crisis económica. ¿Qué tan profunda y prolongada va a ser? El economista Espinoza proyectó que para saber cuánto vaya a durar o cuán profunda sea va a depender mucho de las acciones de tres agentes económicos (Gobierno, empresas y familias) y de cuán adecuadas sean las decisiones que vayan a tomar a lo largo de los próximos meses.
“Es necesario que las empresas privadas empiecen a repensar un poco lo que estaban haciendo antes y lo que van a hacer después, ya que están sumamente endeudadas”, indicó el experto, refiriéndose a que en octubre y noviembre del año pasado muchas empresas ya ‘quemaron’ sus reservas, es decir, se endeudaron y hoy tienen muy poco margen de endeudamiento. Entonces, “no importa cuántos programas lance el Gobierno, muy difícilmente estas empresas van a poder seguir asumiendo más deudas sin comprometer su estabilidad”, agregó.
Asimismo, indicó que ese modelo económico que aseguraba que la inversión pública era el motor económico ya se ha agotado hace unos cinco años y tenemos que entender que la sostenibilidad de la economía parte por encontrar mercados, innovar y hacer más eficientes nuestras operaciones. Agregó que se debe reconvertir las cadenas productivas y empezar a buscar proveedores dentro del mercado nacional y apuntar a ser socialmente responsables.
Respecto a las micros y pequeñas empresas (mype), el analista económico sugirió repensar y rediseñar sus modelos de negocios, ya que los canales tradiciones de las ventas se verán afectadas. “Es probable que se deje de lado el producto, pero no la habilidad que es el capital intangible”, sugirió.
Pese a que habrá muchos sectores que van a verse muy afectados, como el turismo, también se abren algunas oportunidades, como, por ejemplo, el incremento en el consumo de productos médicos, que puede impulsar su producción local.
Sobrellevar la economía familiar
En tiempos de coronavirus también será clave la actitud que deben tomar las familias, tanto las personas tienen un trabajo formal como quienes trabajan de manera independiente. Es decir, una actitud de solidaridad y de saber adaptarse a esta nueva normalidad.
Espinoza señala que las familias van a tener que racionalizar su consumo para capear esta situación, además de “aprender nuevas habilidades para saber adaptarlas a las nuevas formas de producción, como vender a través del internet, o educar a través del uso de las nuevas tecnologías como las videoconferencias”.
Morales indicó que las familias van a tener que priorizar sus gastos en cosas necesarias. Lo que va a pasar en los próximos meses es que el consumo se reconstituya, es decir, ese consumo suntuario se va a ver frenado, por cuestiones logísticas, como, por ejemplo, la compra de un vehículo de origen alemán.
“Las familias tenemos que adaptarnos a esta situación, ser más responsable con los ingresos que tenemos y ser disruptivos, tratar de generar alternativas de ingresos, que para eso el boliviano tiene mucha inventiva, formarse, aprovechar este espacio de la cuarentena, para buscar nuevas alternativas, por ejemplo, en el mundo digital”, acotó Morales.
Prioridades de inversión
Espinoza sugirió que el Gobierno enfoque la inversión pública a la infraestructura carretera para facilitar la conexión entre los centros de producción con los de consumo, así mismo proveer bienes y servicios públicos de calidad.
Pero también se espera un cambio de paradigma del Estado. Para el economista, debe dejar de ser ese Estado “grande, gordo, ampuloso en términos de contratación de gente, de bienes y servicios”, y pasar a ser uno más eficiente que provea salud y educación de calidad, infraestructura de manera inteligente; “un Estado facilitador, no solo recaudador”.
El sector privado debe apuntar sus inversiones a la digitalización, no solo referido a la venta con el comercio electrónico, sino a otras áreas como el manejo de inventarios, manejo de documentación, las finanzas, entre otros.
No variar el tipo de cambio
Los expertos coincidieron en señalar que no es necesario variar el tipo de cambio, porque la competitividad y productividad de las empresas pasa por otros factores, como las regulaciones excesivas, mala infraestructura y la falta de vinculación con otros países y de relacionamiento comercial.
“Mantener el tipo de cambio se puede lograr siempre y cuando se contenga el déficit fiscal, que en realidad es el gran problema hoy, y que no se está viendo por la pandemia. Probablemente, no se alcancen las metas que se habían planteado, pero a mediano y largo plazo se debe reducir el déficit fiscal”, apuntó.
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